Nueve maneras de alcanzar la felicidad según los científicos.
El Confidencial 04/07/13.
Ser feliz; un anhelo universal cuyos
mecanismos han tratado de entender filósofos, psicólogos, sociólogos,
neurólogos, economistas…. Aunque la búsqueda de la felicidad es tan
vieja como la humanidad misma, su estudio científico (no religioso, ni
filosófico) no lo es tanto, y las investigaciones sobre el asunto,
encabezadas por el increíble avance de la neurociencia, se han
multiplicado en las últimas décadas. La práctica totalidad de las
ciencias han estudiado que nos hace felices y qué no y las respuestas
son tan variadas como investigaciones se han hecho sobre el tema. Estas
son nueve de las conclusiones más sólidas a las que han llegado los
científicos.
Ten muchos amigos.
El contacto con nuestros amigos influye
de forma determinante en nuestro bienestas psicológico, algo que todas
las personas que han perdido a un amigo han comprobado en un momento u
otro, y podría, incluso, aumentar nuestra longevidad. Pero, ¿cuántos
amigos debemos tener para ser felices?
Las personas que tienen menos de 5
amigos sólo tienen un 40% de posibilidades de ser felices. Es la
cuestión que trató de responder el psicólogo de la Universidad de
Nottingham Richard Tunney, que entrevistó a más de 17.000 personas para
comprobar cómo la felicidad está directamente relacionada con la
amistad. En su opinión, las personas que están muy satisfechas con sus
vidas tienen dos veces el número de amigos que las personas que están
muy insatisfechas. Aunque es difícil valorar estas cuestiones en
términos cuantitativos, Tunney asegura que las personas que tienen menos
de cinco amigos sólo tienen un 40% de posibilidades de ser felices.
Sólo a partir de los 10 amigos la gente tiene más tendencia a la
felicidad que hacia la infelicidad.
Un estudio del sociólogo Ruut Veenhoven
llegó a la conclusión de que los países en los que la gente es más feliz
son aquellos que tienen un mayor tejido asociativo. Dinamarca, el país
donde hay más gente feliz, según el investigador, es además el que tiene
un mayor porcentaje de personas que participan en actividades
colectivas, un 92%. Este tipo de actividad social hace que disminuya el
número de personas que se encuentran solas y que aumente el número de
amistades de la población.
Apunta cada día las cosas buenas que te han sucedido.
Tal y como han atestiguado numerosos
estudios al respecto, la gratitud es el aspecto de nuestro carácter más
fuertemente asociado a la satisfacción vital y todas las cosas buenas
que se derivan de ella, incluida la felicidad.
Según el profesor Martin Seligman, de la
Universidad de Pensilvania, la manera más sencilla de experimentar la
gratitud es apuntar todos los días tres cosas buenas que te hayan pasado
a lo largo de la jornada. El investigador comprobó en un experimento
que las personas que establecían esta rutina eran más felices que los
que no lo hacían. Una práctica que recomiendan otros estudios.
Seligman ha compilado todos sus estudios
en torno a la filosofía positiva en un libro muy recomendable si se
quiere ahondar en el asunto: Flourish: A Visionary New Understanding of Happiness and Well-being (Atria books, 2007)
Evita la rutina: compra experiencias.
La gente que vive más aventuras, no
tiene miedo a probar nuevas experiencias y huye de la rutina es, por lo
general, más feliz que la gente que hace todos los días lo mismo. Según
Ryan Howell, profesor de psicología de la Universidad Estatal de San
Francisco, las personas que gastan un mayor porcentaje de sus ingresos
en comprar experiencias (viajes, cenas, ocio…), y un menor porcentaje en
adquirir objetos materiales, son sensiblemente más felices.
Anticipa tu felicidad.
Tal como explicó el coach experto en motivación Carlos Andreu en una reciente entrevista en El Confidencial, “siempre pensamos que seremos más felices cuando tengamos un trabajo mejor, o un nuevo coche, pero la ilusión no está en el cuándo sino en el mientras“.
Según han atestiguado diversos estudios, la felicidad aumenta en
nuestras vidas si tenemos en mente vivir experiencias que sabemos van a
proporcionárnosla, aunque no las estemos disfrutando en ese momento. La
gente es más feliz en su trabajo cuando sabe que queda poco para las
vacaciones, y el viernes somos más felices que el lunes si nos espera un
fin de semana prometedor. Pensar en algo que nos va a hacer felices nos
hace más felices.
En su libro Stumbling on Happiness
(Vintage, 2007), Daniel Gilbert, profesor de psicología de la
Universidad de Harvard, ahonda en el concepto de la prevención del
placer que, asegura, puede permitirnos exprimir el doble de las
situaciones que nos hacen felices. En un experimento, un grupo de
personas fueron invitadas a cenar gratis en un buen restaurante francés.
Se les dio a elegir el momento en que iban a cenar. Las personas que
retrasaron más tiempo la cena fueron las que reportaron una mayor
felicidad pues no sólo disfrutaron de la velada, además disfrutaron
pensando lo bien que lo iban a pasar con un buen champán y una cuantiosa
ración de ostras.
Busca el amor.
El amor tiene una gran incidencia en
nuestra felicidad, algo que han comprobado cientos de estudios.
Estadísticamente, la gente que mantiene una relación es, de media, más
feliz que aquellas personas que no tienen pareja. Que el amor es
fundamental para nuestra felicidad fue una de las principales
conclusiones a las que llegó el Grant Study, un ambicioso proyecto que
se desarrolló a lo largo de siete décadas y que ha constituido un de las
referencias más importantes en lo que a las investigaciones sobre
felicidad personal se refiere.
George Valliant, que comenzó a tomar las
riendas del estudio en el año 1966, acaba de publicar un libro sobre
las conclusiones de este y es claro al respecto: “Los setenta y cinco
años y veinte millones de dólares gastados en el Grant Project apuntan a
una única conclusión que se puede reducir a cinco palabras: la
felicidad es el amor. Punto”.
Sonríe.
En 1989 el psicólogo estadounidense de
origen polaco Roberto Zajonc dirigió uno de los primeros estudios sobre
el modo en que las expresiones faciales pueden incidir en nuestra
psique. El investigador sometió a un grupo de voluntarios a una prueba
en la que debían emitir diversos sonidos fonéticos: cuando las personas
pronunciaban una i (la “e” inglesa), cuya expresión facial es similar a
la de la sonrisa, se sentían mejor que cuando pronunciaban la “u”. Tras
comprobar el efecto de la sonrisa en otras situaciones, como delante de
un espejo o a través de fotografías, Zajonc llegó a la conclusión de que
las expresiones faciales tienen una relación de causa efecto con
ciertas actividades cerebrales relacionadas con la felicidad.
En definitiva, si sonreímos, aunque
nuestro estado de humor no esté predispuesto a ello, seremos algo más
felices. Las ideas de Zajonc han sido discutidas, pero pese a que hayan
pasado más de veinte años, su hipótesis sigue siendo defendida por
muchos investigadores.
Busca entornos azulados.
Según un estudio de la Universidad de
Sussex, el azul es el color que más tranquilidad transmite y el que nos
hace más felices, tanto a hombres como a mujeres. Los investigadores
llegaron a esta conclusión tras medir la actividad cerebral, la presión
sanguínea y los niveles de sudoración en un grupo de voluntarios a los
que se sometió a entornos de diferentes colores y grado de iluminación.
El morado tuvo efectos similares al azul en mujeres, pero no en hombres.
El hecho de rodearnos de más colores en
nuestra vida puede hacernos más felices. Los investigadores creen que
los efectos positivos del azul tienen un carácter evolutivo, pues
nuestros antepasados vinculaban el color del cielo por la tarde con la
sensación de un día bien gastado (en el que no habían muerto) y la
perspectiva de una buena noche de sueño.
Según Smith, el simple hecho de
rodearnos de más colores en nuestra vida, no sólo el azul, puede
hacernos más felices. Algo que es especialmente útil en invierno, cuando
la oscuridad elimina tonalidades de nuestra vida. Desde que hizo el
estudio, empezó a llevar calcetines de colores.
Persigue objetivos vitales.
El neurocientífico de la Universidad de
Wisconsin, Richard Davidson, ha constatado a través de diversos estudios
que trabajar duro para lograr un objetivo, y hacer progresos en su
consecución, activa emociones positivas y, lo que es más importante,
suprime las negativas, como el miedo o la depresión. En su opinión,
todos podemos cambiar a mejor, pues nuestro cerebro está preparado para
ello gracias a la plasticidad neuronal, campo en el que Davidson es uno
de los mayores especialistas del mundo.
Sé generoso.
Según la psicóloga de la Universidad de
Stanford Emma Seppala, directora del Centro de Investigación sobre la
Compasión y el Altruismo, la felicidad no reside tanto en tener o en
mejorar el estatus social y laboral, sino en el dar. Es decir, ser
compasivos y generosos con los demás incrementa los niveles de bienestar
en todos los ámbitos de la vida.
El altruismo activa las regiones
cerebrales que provocan placer, evita el estrés, la ansiedad y la
depresión, hace que mejoren nuestras relaciones personales e, incluso,
aumenta nuestra esperanza de vida.
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