Atención plena, la clave de la felicidad
Autor: Aleph de Pourtales – 02/04/13 – PijamaSurf
El secreto de la felicidad, según uno de
los estudios más extensos y novedosos, tiene que ver sobre todo con
mantener la atención en el momento presente – como si en el instante
estuvieran las verdaderas riquezas de la vida.
Arde el instante y son un solo rostro
los sucesivos rostros de la llama,
todos los nombres son un solo nombre
todos los rostros son un solo rostro,
todos los siglos son un solo instante.
Octavio Paz, Piedra de Sol
La mayoría de las personas aprenden a
querer la felicidad por sobre todas las cosas. Más allá de que esto sea
una impronta cultural, existe un importante factor de atracción en la
felicidad: que parece brindar bienestar independientemente de las
vicisitudes y circunstancias externas, con una entereza relativamente
inviolable. Esto es al menos el entendimiento de la felicidad como
ocurre en la filosofía y en la religión, y no tanto en la sociedad de
consumo.
El estilo de vida que promueven las
grandes corporaciones y los programas de TV construye la idea de que la
felicidad está correlacionada con el dinero, la fama o la belleza, pero
uno de los estudios más extensos sobre el tema muestra que la
acumulación de bienes materiales no tiene una fuerte correlación con la
felicidad.
La iniciativa Track Your Happiness,
encabezada por Matt Killingsworth, encontró que la atención plena es el
factor que mayor relación tiene con la felicidad. Utilizando una
aplicación móvil Killingsworth registró los estados de ánimo de cientos
de personas en diferentes países correlacionándolo con una serie de
respuestas a preguntas como ¿qué estás haciendo ahora? La divagación
mental fue igualmente una de las actividades que mayor relación tiene
con la infelicidad.
“La felicidad tiene mucho que ver con el
contenido de cada momento”, dice Killingsworth. Y este contenido
generalmente es mejor recibido cuando es directamente resultado de la
actividad inmediata, de lo que estereotípicamente se llama “el aquí y el
ahora”.
El estudio muestra que estar enfocados
en el presente nos hace aún más felices que divagar mentalmente en cosas
placenteras. Concentrarnos en acciones que generalmente son poco
placenteras es también más benéfico para nuestro estado de ánimo que
divagar durante estas acciones (por ejemplo, concentrarse en conducir un
auto en el trafico nos produce mayor bienestar que divagar mientras
conducimos en el tráfico). Existe una especie de conspiración benéfica
en el funcionamiento de nuestro cerebro para que nos adentremos en el
instante presente.
Por si eso fuera poco, Killingsworth
concluye que la divagación mental no es una consecuencia de la
infelicidad, pero que la atención plena sí puede considerarse una causa
de la felicidad.
Los beneficios de la atención plena
parecen tener que ver con la relajación de la mente. Pensar en cosas que
no están en donde estamos, que no sucederán hasta después o que ya han
sucedido nos genera comúnmente estrés, en parte porque no podemos hacer
nada en ese instante para modificarlas. No estar concentrado en el
presente es una forma de invitar fantasmas a nuestra vida. Por otro
lado, no estar atentos al presente es una forma poco eficiente de operar
en nuestra vida cotidiana, lo cual seguramente – cuando nos damos
cuenta de que no hemos hecho nuestro trabajo o de que han pasado horas y
ya no fuimos a correr al parque, como nos habíamos repetido –
contribuye a generar estrés y angustia (según Killingsworth pasamos en
promedio 47% del tiempo divagando). En cambio, la atención en el momento
presente no sólo nos permite una mayor eficiencia, sino que refuerza
hábitos positivos que se traducen también en mejor aprendizaje y
funcionamiento cerebral.
Un estudio de la Universidad de Santa
Bárbara mostró que un grupo de personas que recibieron un curso de
apenas dos semanas de lo que se conoce en inglés como mindfulness
(atención plena) lograron mejores resultados en pruebas cognitivas. El
curso consistió en técnicas de meditación y de concentración, entre
ellas comer una fruta sin pensar en otra cosa más que comer una fruta.
Acostumbrarse a enfocarse en el presente evidentemente nos permite
concentrarnos con mayor facilidad cuando nos enfrentamos a cualquier
tarea, lo cual es la mejor forma de potencializar nuestro desempeño.
Mantener la atención en el presente se revela como un estado de
meditación o una meditación en movimiento, según la actividad que se
realice. La meditación genera hormonas y neurotransmisores que mantienen
a punto el sistema inmune – como la oxitocina o la serotonina.
El hombre es el único animal que se
conoce que viaja mentalmente. Esta capacidad de ir hacia el futuro –
crononautas de escritorio, napoleones oníricos – e imaginar mundos
alternativos es indudablemente responsable de algunas de las grandes
ideas de la humanidad. Sin embargo habría que estudiar, cómo es que
surge el vuelo resplandeciente de la imaginación y si esto más bien
ocurre de manera orgánica en el presente, desde el inconsciente que se
manifiesta en conciencia y en silencio, con una mayor potencia, causado
por el acto mismo en el que estamos concentrados, como una fuente
profunda que hace del instante el pozo de la eternidad. Existen
numerosos científicos y artistas que han hablado de algo que
popularmente se conoce como el “efecto Eureka”, entendido como la
resolución espontánea de un problema – o la inspiración súbita – cuando
no se estaba contemplando ese problema. Al parecer este efecto se
produce cuando la mente analítica-racional deja de trabajar y se permite
que la mente inconsciente se apodere del sistema operativo o brote a la
superficie como una ola subterránea (de la misma manera que las
imágenes brotan en estados hipnagógicos): la relajación tiene una clara
correlación con la atención en el momento presente – puesto que, como
dijimos antes, quien piensa en el pasado, en el futuro o en cosas que no
están ahí difícilmente podrá soltar las tenaces riendas de su mente y
adentrarse en las posibilidades del instante – que se revela como la
única puerta para acceder a aquello que trasciende en el tiempo, al
corazón de la piedra de sol.
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