¿Puede vivirse toda una vida en una semana?
¿Puede pasar por tus manos abiertas todo el agua del inmenso mar azul?
Con los ojos abiertos, el inmenso azul del cielo barre la mente como una amable brisa.
Los brazos abiertos.... el corazón se abre lleno de espacio.... la mente-agenda se ha quedado de vacaciones.
He estado caminando sobre la arena, sobre el suelo crujiente del pinar, sobre tibias rocas, sobre charcos poblados por niños y niñas asombrados.
He parado una semana......

He llegado al Mediterráneo con el corazón repleto de personas, de preciosos seres que he tenido la oportunidad de conocer por mi trabajo en el camino de la Atención Plena.
Nunca he sabido, ni he querido, evitar llenar y vaciar mi corazón con el contacto humano.
Es un movimiento vital, como el latido del corazón, llenándose y vaciándose de sangre, como el aire que entra y sale del pecho sin descanso.
En unos días me he impregnado de belleza, del delicado ritmo de los hábitos sencillos: Bañarme en aguas transparentes sintiendo cada zona de mi cuerpo agradecida y refrescada, dormir una siesta bajo las ramas de los pinos, que se mueven ondulantes bajo el cielo.... es una danza tan perfecta y sugerente.... que sólo si estás muy silencioso y aquietado puedes percibirla y seguirla con tu aliento.. Ver cada tarde cómo se acuesta el sol sobre las olas.... se despide del mundo con colores.... y pinta cada día una acuarela irrepetible.
Y hoy, ya estoy de vuelta y renovada.
La mente-corazón llena de espacio.
Fuerza e ilusión para seguir aprendiendo y enseñando.
Y una inmensa alegría de poder reencontrarme con todo lo que me ha estado esperando aquí, a la vuelta de este viaje.
Que todos los seres sean libres y felices.
Inmaculada Vallina González
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