viernes, 12 de septiembre de 2014

Espiritualidad y Política

Las cinco etapas de la crisis - 29/03/10 - Cristóbal Cervantes
 
 
Desde que comenzó la crisis sistémica global que estamos viviendo, siempre la hemos mirado desde el blog Espiritualidad y Política con la perspectiva de las cinco etapas por las que pasa toda persona que se enfrenta a la muerte, a la pérdida de un ser querido, a un gran tránsito, como lo es esta crisis, una crisis agónica del sistema capitalista. La fascinante doctora Elisabeth Kübler-Ross definió muy bien esas cinco etapas: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.
 
La crisis del sistema que estamos viviendo se puede mirar desde esta perspectiva. El analista político internacional Moisés Naím ha publicado un interesante artículo en el periódico El País titulado Crisis Española, un Guión, en el que compara la actuación del gobierno español ante la crisis con las actuaciones de otros gobiernos de otros países en crisis similares anteriores, para concluir que el guión de la crisis en España ya está escrito. Para Naím las cinco etapas de la crisis son idénticas a las cinco etapas de Kübler-Ross, aunque él ve como última fase la aceptación del sistema en crisis, no su superación. En el artículo, que reproducimos a continuación, se centra en la situación del gobierno español, pero en nuestra modesta opinión se puede extrapolar a la actuación de casi todos los gobiernos ante la crisis, y también la actitud de las personas individuales y los colectivos.

En España la conciencia colectiva se encuentra todavía, en  nuestra opinión, en gran parte en la primera fase, aunque desde más o menos el viernes 29 de enero (2010) la situación está avanzando hacia la etapa de la ira, la necesidad de echarle la culpa a alguien, después vendrá la negociación, "tiene que haber una forma de salir de esta crisis, como sea", pero seguiremos pensando en salir de la crisis con la misma forma de hacer las cosas de ahora, con más consumo, más endeudamiento, etc, y eso no es posible, por lo que vendrá la depresión, y cuando aceptemos que tenemos que hacer las cosas de otra forma, más ecológica, más solidaria, superaremos la crisis de forma positiva, o eso al menos esperamos. La otra alternativa es que la crisis provoque no un cambio de sistema sino el paroxismo del sistema, con más explotación y autoritarismo, de todos depende nuestro futuro.
 
Reproducimos a continuación el artículo de Moisés Naím en El País: Crisis Española, un Guión (28/03/2010)
 
El Jefe de Gobierno niega que la economía esté en crisis. Sus ministros y otros portavoces denuncian que hay una conspiración internacional de especuladores y medios de comunicación contra el país. Pero los problemas económicos siguen agravándose y se hace cada vez más difícil negar las dificultades. Se produce un cambio de ministros y se anuncia un nuevo plan para dinamizar la economía. El gobierno anuncia pronósticos optimistas con respecto al impacto que tendrán sus planes en el empleo, la inversión, la disminución de la duda pública y los déficits que desestabilizan la economía. Al poco tiempo, se hace evidente que los pronósticos no se cumplirán y que, al contrario, la situación se agrava. El debate político se enardece, concentrándose en el intercambio de acusaciones acerca de quién es el culpable de la crisis. Los gobiernos anteriores, los partidos políticos, las élites económicas, ciertos grupos sociales o hasta individuos específicos son señalados. La polarización divide el país y el gobierno tiene cada vez menos sustento político para tomar decisiones difíciles.
 
La confusión acerca de lo que se debe hacer también complica la toma de decisiones. Proliferan las "propuestas para salir de la crisis" avaladas por una institución o un economista prestigioso. Muchas de estas propuestas son contradictorias entre sí, pero las que evitan las decisiones más duras son las mejor acogidas. El gobierno experimenta con algunos de estos paliativos que, desgraciadamente, no hacen mella en la crisis. Aumenta el conflicto social mientras sindicatos, asociaciones empresariales y grupos regionales presionan la gobierno para obtener salvaguardas, subsidios y otras medidas que disminuyan el costo que la crisis está teniendo para sus miembros. La acumulación de medidas sectoriales dificulta y pospone la adopción de soluciones nacionales y más permanentes. Al cabo de un tiempo, la realidad termina imponiéndose y el gobierno (usualmente un gobierno distinto) logra tomar las decisiones que vuelven a poner al país en la senda del crecimiento y el empleo.
 
¿Cuál es el país, y el gobierno, que acabo de describir? Pues esto fue exactamente lo que sucedió en los años 90 en la Argentina de Carlos Saúl Menem, en la Malaisia de Mahatir Mohammed, en el México de Carlos Salinas de Gortari, la Rusia de Boris Yeltsin y en la Indonesia de Suharto. Y es lo que está sucediendo en la España de José Luis Rodríguez Zapatero y otras naciones europeas postradas por la crisis económica. La tragedia evoluciona siguiendo un guión universal y predecible: Primer acto: negación de la crisis. Segundo acto: rabia y denuncia a especuladores, medios de comunicación y banqueros. Tercer acto: adopción de paliativos y paños calientes que nada resuelven. Cuarto acto: grave crisis económica, social y política. Quinto acto: se toman medidas que se había jurado nunca tomar.
 
Cuando inicialmente Rodríguez Zapatero cuestionó que España tuviese una crisis económica no hacía más que emular a Yeltsin o a Menem. Cuando su ministro de Fomento, José Blanco, dijo que "nada de lo que está ocurriendo en el mundo, incluidos los editoriales de periódicos extranjeros, es casual o inocente" y que la debilidad del euro se debía a "maniobras un tanto turbias" por parte de los "especuladores financieros" no hacía sino repetir lo que alguien tan diferente de él como es el Malayao Mahathir cuando expresó que el culpable de la devaluación de la moneda de su país era "el especulador" George Soros.
 
Cuando la misma Elena Salgado presenta ante los mercados financieros un plan basado en escenarios financieros que muy pronto se revelan como demasiado optimistas, está repitiendo lo que incontables ministros de economía de países en crisis han hecho para apaciguar a los mercados: presentaciones audiovisuales en vez de reformas estructurales. No fueron nada originales los dirigentes europeos cuya primera reacción fue decir que jamás aceptarían los préstamos que el Fondo Monetario Internacional (FMI) otorga con la condición que se adopten políticas que corrijan los desequilibrios económicos. Son los mismos que se están tragando esas palabras y se preparan para inminente negociación que tendrán con el FMI. Esta es la misma y humillante ruta retórica que han transitado habitualmente los reticentes clientes del FMI. Lo único nuevo es que en este caso los "clientes" son Europeos.
 
Es verdad que es difícil aprender de las experiencias de otros. Pero aprendiendo de otros la España de hoy podría ahorrarse mucho sufrimiento económico innecesario. La experiencia ajena le ayudaría a reconocer que sus problemas no se aliviarán mientras siga posponiendo la adopción de reformas económicas que hoy lucen remotas e inaceptables.


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