viernes, 21 de noviembre de 2014

¿Es el TDH un trastorno psiquiátrico?

"La nodriza de las Hadas y el Rey Carmesí" - Wordpress - Francisco Traver Torras.

 
Hace pocos días se ha viralizado la noticia de que el psiquiatra Leon Eisenberg confesó antes de morir que el TDH es una enfermedad ficticia. Bueno, eso es lo que ha entendido el personal que aprovecha la circunstancia para meterse con los psiquiatras - siempre sospechosos de querer alterar con fármacos las conductas ajenas.
 
Lo cierto es que Eisenberg lo que dijo exactamente es que el TDH es un ejemplo de "enfermedad ficticia" y no una enfermedad ficticia. Algo que merece la pena aclarar y vale la pena nombrar ahora  a un investigador llamado Smith e introducir aquí su concepto de "no enfermedad".
 
Una "no enfermedad" es un concepto difícil de pillar si no eres médico. Se trata de una patología en la que no podemos encontrar una causa orgánica que la justifique y donde existe una clara relación con lo que en medicina llamamos factores sociales y muy relacionada también con las expectativas racionales de la población. El ejemplo clásico es la fibromialgia (Hazemeijer 2003), una patología misteriosa que afecta sobre todo a mujeres y donde los factores psicológicos, el dolor, el miedo y la indefensión juegan un importante papel etiológico del mismo modo que las relaciones interpersonales. Más claramente, fibromialgia es una conducta. Una "no enfermedad" es una conducta.
 
No se trata pues de una enfermedad simulada y no significa que no exista un sufrimiento determinado clasificado como TDH o fibromialgia. Lo que quiere decirse es que es una enfermedad muy símbolodependiente (no dependiente sólo de los somático) y que tal y como conté en este post, depende sobre todo de su conceptualización. Es como si la conceptualización (lo que creemos de ella) genera por sí misma más casos, naturalmente a través de las creencias compartidas por la población.
 
El TDH es pues una conceptualización y tiene sus correlatos neurobiológicos, psicológicos y sobre todo conductuales. Y los psiquiatras tratamos los TDH por la misma razón que tratamos fibromialgias. La gente nos consulta, los médicos nos derivan los casos y nosotros tratamos de mejorar los enfermos que nos traen a través de lo que se conoce como "evidencia científica".
 
Ahora bien, no puede entenderse el TDH como un trastorno neurobiológico o como un trastorno del cerebro, sino más bien como un subproducto de la interacción del individuo con su medio ambiente. ¿Y, con quién interactúa un niño a la edad en que usualmente diagnosticamos tal enfermedad?
 
Su medio ambiente es el colegio, y el sistema educativo es el caldo de cultivo de tales disfunciones.
 
¿A qué colegio van tus hijos?
 
La mayor parte de las parejas con hijos de corta edad tienen que enfrentarse pronto o tarde con este dilema. ¿Dónde llevar a nuestros hijos? ¿Un colegio público, privado o concertado? ¿Enseñanza en inglés, religiosa? ¿Qué hacer?
 
Cuando puedo intervenir en estas conversaciones y aconsejar a mis amigos, lo que suelo decirles es que lleven a sus hijos al colegio más cercano a su domicilio, así les ahorrarán a los niños largos y aburridos desplazamientos a la vez que podrán mantener a la larga una red social de amigos en su mismo barrio.
 
Este consejo no es en absoluto gratuito y está basado en una evidencia: el rendimiento escolar de un niño no depende de la calidad de la enseñanza sino de su capacidad individual.
 
Pero lo más sorprendente de los padres de hoy es que todos están convencidos de que sus hijos son - por definición - unos genios potenciales y que poniendo de su parte la mejor educación les garantizan un futuro espléndido. Lo cual no es más que una falacia progresista, una creencia compartida por la mayor parte de la población.
 
Y que si no estudian es porque no quieren, porque son vago o carecen de voluntad o disciplina. No conozco ningún padre que admita que sus hijos simplemente no pueden estudiar, que no dan la talla, o simplemente no están interesados en adquirir conocimiento académico.
 
Una creencia que no solo está relacionada con el nepotismo parental, sino que viene reforzada por la clase de educación que tenemos en España, a través de una ley "progresista" como es la LOGSE. Y cuya filosofía resumida es esta: todos los niños son iguales, y vale más que pasen de curso que aprendan algo. Poner notas es discriminar, juntar a los niños según sus intereses y rendimientos en aulas especiales, es discriminar, y suspender, un crimen de lesa humanidad.
 
Una falacia que tiene efectos secundarios en los niños, a los que exigimos más de lo que pueden dar, mientras que en otros - una minoría - nos quedamos cortos. No es de extrañar que los niños comiencen a manifestar problemas emocionales ya en época escolar. Y no es de extrañar que nuestra clase dirigente tenga tan bajo nivel.
 
Lo cierto es que la mayor parte de los niños no tiene ni tendrán nunca el suficiente nivel, ni para ingresar en la universidad, salvo si la universidad se convierte en una guardería para adolescentes, que es por cierto, hacia lo que tienden tanto las privadas como las públicas. La mayor parte de los niños - la mitad de ellos - se sitúa por debajo de la media de inteligencia de la población.
 
La falacia progresista
 
No hay que olvidar que el sistema educativo en el que creímos la mayoría de nosotros, deriva de ciertas ideas de la Ilustración que se conocen con el nombre de "síntesis progresista" y que en relación con la educación tienen estos soportes fundamentales:
 
  • La idea de una educación gratuita, universal y obligatoria (en nuestro país, hasta los 16 años) y en condiciones de igualdad.
  • La igualdad entre sexos genera otra tercera pata en estas ideas y es la idea de la coeducación, niños y niñas en los mismos entornos y en las mismas aulas.
  • Hay que integrar en las mismas aulas a los buenos, los mediocres y los ineducables sin hacer distinciones "discriminatorias".
  • El Estado es el garante de la educación, y los padres están obligados a escolarizar a sus hijos en las condiciones que marcan las leyes, tanto si están o no están de acuerdo con los temas de religión, coeducación o inmersiones lingüísticas.
 
Sobre el tema de la coeducación ya hablé aquí, cuando me preguntaba si la educación no estaría beneficiando más a un sexo en detrimento del otro, de modo que no voy a insistir en aquellos argumentos, y dejo al lector interesado que vuelva sobre aquél post.
 
De manera que no me ocuparé del tema de la igualdad educativa y de sus efectos secundarios.
 
Pizarrones sin escribir
 
La idea fundamental que suscribe la "síntesis progresista" es que los niños al nacer son todos iguales y que a través de sus interacciones con el medio ambiente y las impresiones e instrucción podían llegar a ser aún más iguales de adultos. Es lo que se conoce como la "tabla rasa", una idea de John Locke que ha tenido una enorme influencia política y que es base de los sistemas educativos modernos que animan las políticas educativas del mundo llamado occidental.
 
Y sería una buena idea - me refiero a la idea del igualitarismo educativo - si realmente los niños fueran pizarrones sin escribir y lo sería porque a través de ella podría saltarse la brecha entre ricos y pobres, entre hogares cultos y hogares analfabetos, entre niños y niñas y entre campo y ciudad, entre la abundancia y la deprivación.
 
El problema es que no lo son, se trata de una idea romántica y bienintencionada que ya ha sido refutada por la neurociencia.
 
Los niños no nacen iguales y lo mejor que podemos hacer es no tratarles como iguales. Esa es la mejor forma de no hacerles daño.
 
El TDH existe, y su prevalencia está entre el 4-7%  del total de los niños. Se trata de niños que traen de serie genes específicos que privilegian "conductas de acción" en lugar de conductas de reflexión. Se trata de niños que no entienden los mensajes que reciben no sólo de los adultos, sino de sus iguales, que carecen de la potencia simbólica de sus pares y que sufren en la escuela una "discriminación" real al no poder participar en juegos complejos si no hay acción y que terminan siendo ninguneados por sus compañeros. Son sujetos agramaticales que no entienden las reglas en las que se fundamenta el juego y que no encuentran otra opción sino la de saltarse esas mismas reglas.
 
El TDH es una clara condición de riesgo para numerosas patologías psíquicas, adictivas y sociales.
 
Un subproducto del sistema educativo que privilegia la enseñanza basada en la memoria, la docilidad y la homogeneidad y que no está dispuesto a revisar los postulados que se construyeron en la Ilustración y que efectivamente supusieron una democratización educativa que llevó a los hijos de los trabajadores manuales a los puestos más altos del éxito social.
 
La paradoja es que hoy el hijo de un panadero con un CI de 85 y el hijo de un notario con un CI similar, tienen las mismas probabilidades de fracasar escolarmente con o sin TDH.
 
Ver enlace en:
“La nodriza de las hadas y el rey carmesi”
El autor
Francisco Traver Torras es actualmente jefe de servicio del área de salud mental del Consorcio Hospitalario Provincial de Castellón, el cual dirigió de 1995 a 2001 en calidad de Director General. Asimismo, fue presidente de la SPCV en el período 2000 – 2002. En los últimos años ha centrado su actividad en el tratamiento de los trastornos alimentarios.
Es autor de numerosos artículos sobre temas relativos con su especialidad y también sobre lo que él denomina “neurocultura”, es decir, una confluencia transdisciplinar que rellena el hueco entre la neurobiología y la psicología social con fuerten amarres en la psicologia evolucionista, la biologia evolutiva y el darwinismo en general. Su área de preferencia doctrinal es el psicoanálisis entendido como formula postfreudiana, a pesar de no considerarse un psicoanalista práctico. Ha publicado varios libros de ensayo, novela y poesía.
Ha participado asimismo en la obra “Espiritualidad y Política” (2011), junto a autores como Ken Wilber, Federico Mayor Zaragoza, Erwin Laszlo, Leonardo Boff y diversos otros.
En 2012 participa en otro libro coral con autores de la talla de Stanislaw Grof, Manuel Almendro y otros en un proyecto interdisciplinar acerca de ¿”Qué es curacion?” y publicado por Kairós.


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