lunes, 12 de agosto de 2013

Lo que contemplamos se transforma

Lo que contemplamos se transforma.

Isabel S. Larraburu, autora del libro Atención Plena, psicóloga, licenciada por la Universidad de Barcelona.
 
Lo que observamos no es la naturaleza en sí, sino la naturaleza expuesta a nuestro método de preguntar.
HEISENBERG
 
Llegaremos a ver cómo los dos pilares de la física del siglo XX – la teoría cuántica y la de la relatividad – nos obligarán a ver el mundo tal y como lo ven los hindúes, los budistas o los taoístas. Física y espiritualidad son las dos caras de la misma moneda.
FRITJOF CAPRA
 
 
En el último siglo la física llegó a comprobar que el acto mismo de mirar modifica todo lo que contemplamos. Las partículas subatómicas toman forma a partir de la manera en que se miran y el instrumento que las percibe: pueden ser ondas o partículas según el experimento. En el caso de la mente, por ejemplo, en el momento en que el autor escribe estas palabras para el lector y este las lee, las mentes de ambos se están alterando. Mientras el autor se imagina quién puede ser el lector y su posible respuesta, está cambiando el flujo de energía e información en la totalidad de su mente/cuerpo. Del mismo modo, al leer estas palabras, el lector está incorporando este flujo de energía e información al suyo.

La mente es un proceso por el que el observador está participando cada vez que inspecciona su funcionamiento. La meditación es una observación participativa. Lo que observamos (nosotros mismos) se modifica dependiendo de la actitud con la que nos fijamos. La atención tiene la capacidad de transformarnos, de hacernos felices o desgraciados. De ahí que sea tan importante mirar sin distorsionar la percepción con ideas y concepciones previas, sin utilizar imágenes, opiniones, juicios de valor, comentarios internos e interpretaciones enlatadas del almacén de la memoria. Una mente atenta es precisa como un rayo láser, penetrante hasta la comprensión cabal, equilibrada y clara como un lago. La atención plena permite enfocar las situaciones a un ritmo adecuado para percatarnos de nuestras sensaciones tal como son en realidad, sin equivocarnos con la influencia de respuestas sociales condicionadas y reacciones habituales mecanizadas.
 
La mente “es un proceso que regula el flujo de energía e información”, según Daniel J. Siegel. Este proceso es “corpóreo” cuando se ocupa del flujo de energía e información que ocurre en el interior del cuerpo, incluyendo el cerebro, y 2relacional” cuando ejerce como flujo de energía e información que se transmite entre las personas. Para Siegel la experiencia puede modificar la estructura cerebral. Experiencia, en términos relativos al sistema nervioso, significa la activación neuronal en respuesta a un estímulo. Cuando las neuronas son estimuladas, las conexiones entre ellas y los tejidos adyacentes crecen y proliferan, es decir, se fortalecen. La activación neuronal es equivalente a una descarga eléctrica que al final segrega un neurotransmisor que puede ser activador o inhibidor y que se denomina sinapsis. Las experiencias vitales hacen que se formen nuevas sinapsis, se refuercen las existentes y hasta que se promueva el surgimiento de nuevas neuronas. Esta “vida nueva neuronal” conduce a que las conexiones se “pongan en marcha” al servicio de las necesidades de las nuevas circunstancias, generando lo que se llama “neuroplasticidad”. A menudo estos cambios se dan en niveles muy sutiles, como en el caso de la memoria, pero el estudio de Lazar y otros (2005) demostró que la estimulación repetida de las neuronas en las áreas específicas del cerebro activadas por la práctica de la meditación había producido un incremento marcado de la densidad sináptica (el número de conexiones). La atención plena es una forma de experiencia que parece suscitar la plasticidad neuronal. Al focalizar la atención de esta forma concreta, se activan los circuitos responsables de la atención y de las aptitudes sociales, según los trabajos de Cozolino (2006) y Goleman (2006).
 
Otros estudios han demostrado que estos cambios neuroplásticos también pueden provocar alteraciones funcionales. Por ejemplo, el trabajo del neurocientífico de la Universidad de Wisconsin Richard Davidson (2004) demostró que la práctica de la atención plena favorece una mejor regulación de las emociones auspiciando una mayor tendencia a la afiliación y a la socialización que a la inhibición social. Además, señaló que la meditación atenta estimula la capacidad para revertir con mayor celeridad los sentimientos negativos, que inducía un incremento de la resistencia al estrés, un mayor equilibrio emocional y un fortalecimiento del sistema inmunitario.
 
La idea de todos estos trabajos es demostrar que la mente utiliza el cerebro para crearse a sí misma. Comprobar que la manera en que cada persona utiliza su mente produce un crecimiento por medio de cambios neuroplásticos. En definitiva, pretenden verificar y contrastar el vínculo existente entre la práctica de la atención plena y la consecución del bienestar.
Según Davidson y otros científicos, un entrenamiento mental intensivo durante tres meses de meditación atenta puede agudizar el cerebro de una persona haciendo que se dé cuenta de muchos más detalles que de otro modo habría desatendido. Esto hace pensar que la meditación podría también utilizarse para el trastorno por déficit atencional. Los resultados de su estudio indican que ciertas características mentales que anteriormente se consideraban estables pueden ser modificadas mediante un adecuado entrenamiento mental. El entrenamiento de la mente puede optimizar la capacidad cognitiva del mismo modo que el ejercicio físico lo hace con el cuerpo. La atención puede llegar a agudizarse con un adecuado entrenamiento.
 
La meditación como método diseñado para regular la emoción y la atención puede afectar a las funciones cerebrales. Este investigador afirma que también las emociones como la capacidad de sentir felicidad pueden ser consideradas habilidades susceptibles de ser desarrolladas con la práctica. La experiencia meditativa persigue la reducción de las distracciones mentales y la agudización de la atención sensorial. El estudio con monjes que meditan habitualmente puso en evidencia su mayor capacidad para captar los detalles de una presentación de números en pantalla y desestimar otros estímulos de distracción.
 
Parece ser que estos hallazgos sobre la atención podrían aportar igualmente un complemento importante para los tratamientos infantiles de los trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

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