martes, 10 de diciembre de 2013

El camino de la vulnerabilidad

Natividad Menéndez González. Terapeuta de autoestima y PNL (Programación Neurolingüística).
 
No hace mucho hablaba de la imperfección como la cualidad esencial de lo humano y eso me lleva a pensar en lo frágil que me siento cuando conecto con la mía..... En realidad me he sentido siempre tan vulnerable, y pensaba que se trataba de algo que me ocurría fundamentalmente a mí, que los demás eran más fuertes o sabían cómo arreglárselas mejor.... Esa creencia, que con el tiempo constaté como falsa, abonó un sentimiento profundo y arraigado de vergüenza que traté de ocultar como mejor pude, usando las corazas y las máscaras que acabaron por ocultarme ante mi misma, dejándome una profunda sensación de añoranza.....
 
Nacemos como seres completamente conectados, hasta el punto de no distinguir entre la madre, el mundo y uno mismo.... Como los árboles, las aves, el río.... vulnerables y llenos de inocencia y dignidad; tejidos de hilos sagrados de confianza en la Vida, sabiéndonos sostenidos por la Tierra, sintiendo que el "elefante sagrado" vela por nosotros mientras dormimos.
 
En el camino de la vida nos "separamos" de las cosas y del cosmos y mientras aprendimos a ser capaces, a sostenernos. Esa separación o falta de conexión implica una sensación inherente de insuficiencia, de no estar completo y, por tanto, de no sentirse valioso sea cual sea la circunstancia.

Se puso mucho empeño en que aprendiésemos a "ser fuertes" para sobrevivir, ya que "los débiles no sobreviven"... Y ahí creo que nos hicimos un lío al creer que la vulnerabilidad significaba debilidad. Así que comenzamos a luchar contra nuestra propia naturaleza y condición, esto es, contra nuestra fragilidad.... y cerramos nuestro corazón para ello, congelamos nuestras emociones bajo armaduras, y nos enmascaramos para no revelar nuestra "vergonzosa" condición.
 
Y de pronto, un día, sentimos el frío de la separación, de la falta de pasión, la nostalgia de sentirnos conectados con todo, de haber olvidado nuestro verdadero nombre......
 
Sentir nuestra vulnerabilidad supone elegir un camino de valentía y fortaleza. hace falta valor para dejar la armadura en el suelo y, desde ahí, mirar nuestra fragilidad, nuestra dificultad y sentirla por completo sin barnices ni censuras.
 
Sólo uno mismo tiene el poder de elegir hacer esto. Es una liberación dejar la lucha, aunque sólo sea por un momento, sin pretender ser más que humano, a través de exigencias y perfección, ni tampoco menos que humano, sintiendo tu dolor como algo miserable o que te convierte en una perpetua víctima.... Te liberas al elegir ser simplemente humano, porque esa mirada te conecta con el corazón, derrite el hielo de tus corazas, rescata a tu niño mágico.....
 
Esto sólo sucede cuando no dejas nada fuera de ti, cuando eres íntegro con lo que sientes, con lo que eres, sin arrastrarte por el lodo o elevarte a ningún pedestal, sólo contemplando tu humanidad.... Es muy valioso poder mostrarte así ante alguien en quien confíes, con quien puedas compartir tu intimidad. Pero la primera intimidad, el primer altar de confianza, nace en tu interior, en tu corazón. Es el primer templo donde honrar tu vulnerabilidad, la base de tu fuerza y valentía.
 
Cuando puedes contemplarte de este modo mieras el río, miras un árbol, miras a tu perro, y ves la vulnerabilidad y la fortaleza que van de la mano. No buscas ningún estado, sólo acoges en tu vientre esa fragilidad que te acompaña y te meces con ella tranquilo, tranquila,.... pues cada respiración tuya conoce desde el principio que el "elefante sagrado" vela por ti, que eres la Vida misma.

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