miércoles, 4 de diciembre de 2013

Charla impartida en foro de educación - Denkô Mesa (maestro zen y profesor)

Festival Madre Tierra - Santa Cruz de Tenerife
16 de Noviembre de 2013.

 
Sobre la finalidad de la Educación hay acuerdo universal: educar es formar personas y no una mera transmisión de conocimientos. Este foro en el Festival Madre Tierra es un buen lugar para revisar nuestro planteamiento como educadores. ¿Qué estamos haciendo? ¿Cómo lo hacemos?
 
Tomemos como punto de partida una ley universal: la interdependencia. La vida está hecha de interrelaciones, ahora bien, ésta es una verdad que podemos asumir de forma armónica, o bien tratarla de manera altisonante y disruptiva. Quisiera leer ahora un breve fragmento del excelente libro de Claudio Naranjo "Cambiar la educación, para cambiar el mundo":
 
"La crisis que padecemos es ante todo una crisis de relaciones, una crisis en relación con la capacidad amorosa del ser humano, por tanto, no podemos seguir manteniendo esa separación entre lo terapéutico y lo educativo, no podemos seguir identificando educación con una instrucción a menudo irrelevante.

Imagino que la mayoría estarán de acuerdo en que, si queremos un mundo diferente, difícilmente lo vamos a lograr a través del progreso espiritual o terapéutico de individuos aislados. Y ni siquiera a través de la formación psico-espiritual independiente de maestros: será necesario el compromiso de las universidades y el financiamiento de programas dirigidos a los equipos docentes de escuelas específicas, para que, tornándose en grupos verdaderos, lleguen a constituir un ambiente favorable al ejercicio de capacidades actualmente desaprovechadas en los docentes, así como a la expresión y libre desenvolvimiento del alumnado".
 
Como saben, la actual Ley Orgánica Educativa (LOE) incorpora las denominadas competencias básicas, herramientas pedagógicas que capacitan y favorecen el desarrollo integral del alumnado. Son ocho en total, pero a mi juicio, se olvidaron de dos fundamentales para conseguir el propósito inicialmente planteado; echo en falta la competencia emocional y la espiritual. En ambas el cultivo sistemático y consciente de una atención plena permite revisar y poner en orden todos los niveles de nuestro ser condicionado, a la vez que nos abre las puertas al ser incondicionado que también somos. Quisiera acercarme a estos dos aspectos.
 
La necesidad de una alfabetización emocional.
 
El aspecto emocional no puede quedar al margen del tratamiento educativo, pues afronta el análisis y mejora de las relaciones con uno mismo y con los demás. Se precisa por tanto de una nueva escala axiológica que anuncie claramente que las emociones no pueden quedar aisladas de los valores que delimitan la conducta de los individuos. En definitiva, aprender a lidiar con las emociones, no beneficiará sólo a los jóvenes que quieran montar una empresa, sino a toda la sociedad.
 
Nos han enseñado a ser muy lógicos y razonables tomando decisiones, pero resulta que no hay una sola decisión - lógica, supuestamente razonable - que no esté contaminada por una emoción. No hay un proyecto que no empiece por una emoción. Y no hay un proyecto que no termine por una emoción. Y no nos han enseñado nada sobre las emociones. Si se dedicara a esto algún tiempo, alguna paciencia y algunos recursos, puedo garantizarles que dentro de unos años no sólo tendremos más emprendedores sino una sociedad más feliz (Punset).
 
Por tanto, es fundamental que respondamos con sinceridad y certeza a estos planteamientos: ¿Cómo lo estamos haciendo, de qué manera, quiénes marcan el ritmo del aprendizaje y con qué estrategias didácticas nos acercamos al mundo del ahora? ¿Hemos actualizado nuestros puntos de mira o por el contrario seguimos anclados en obsoletas metodologías?
 
La escuela es un reflejo de la vida, como lo es la familia y la sociedad que estamos creando a cada instante. La vida es un cambio permanente, pero el propósito común de todos los seres humanos, más allá de las razas, las ideologías, las fronteras políticas, las modas o las leyes educativas, no es otro que el anhelo de ser plenamente felices.
 
Sin embargo, el punto básico del que partimos es un axioma universal, defendido por religiones orientales como el budismo y por las psicoterapias de tercera generación como la de aceptación y compromiso: el ser humano sufre por una falta de atención. Este estado de oscurecimiento mental del individuo provoca un claro desequilibrio emocional que acaba somatizándose en el cuerpo en forma de distintos tipos de dolencias y enfermedades. Necesitamos un mapa reestructurado de la conciencia para desarrollar el máximo de nuestra capacidad como seres atentos y despiertos. William James dijo que "la facultad de traer voluntariamente de vuelta una y otra ves la atención dispersa es el origen del juicio, el carácter y la voluntad".
 
Necesitamos llevar el pleno desarrollo de nuestras potencialidades a las aulas y proyectar el trabajo en distintas áreas del contexto socio-cultural donde nos ubiquemos, asesorar al profesorado con herramientas adecuadas para la gestión eficaz de las actuaciones docentes, de forma que siembren las semillas de una atención consciente en los centros educativos, lo cual dará como fruto un despertar natural de las conciencias.
 
A la pregunta que le hicieron en una entrevista a Según Linda Lantieri sobre qué novedades había en el aprendizaje social y emocional, respondió:
 
"Cabe decir que el trabajo con prácticas contemplativas para enseñarles a los profesores y a los jóvenes a entrenar la mente y controlar las emociones no es algo nuevo para la educación social y emocional, pero formar a las personas para que lo hagan intencionadamente sí que es nuevo y lo apasionante es que muchos de los que empezamos a realizar este tipo de trabajo con los niños tenemos la sensación de que pueden acelerar su capacidad de ser más afectuosos y compasivos".
 
Por tanto, trasladar esta pragmática a la escuela de una forma amena, seria, sencilla y compartida, es parte de la responsabilidad que tenemos hoy en día los líderes espirituales, los padres y las madres, los docentes, los políticos.... y todo aquel elemento que sirva para ayudar al otro a encontrar la luz de un discernimiento correcto tan necesario en el mundo de lo cotidiano. Para todo ello, es fundamental que incorporemos la práctica de la atención en las escuelas.
 
La importancia de la atención en el ámbito educativo.
 
Dicen los expertos que las tres reglas que resumen el desarrollo de una atención plena son:
 
1. No debe haber interferencia
 
Se trata de mantener el eje, de mirar en una misma dirección al principio, consolidar la percepción y no reaccionar ante los estímulos de manera automática y compulsiva, sea del tipo que sean. Una mirada amplia y sin centramiento genera un mundo disperso. Si hay presencia hay atención. Si hay ausencia hay dispersión. Es necesario mantenerse sobre ello para penetrar en la naturaleza de los fenómenos.
 
2. No caer en la fijación
 
La vida siempre fluye, la impermanencia es real aunque no lo queramos admitir. Sin embargo, podemos fluir y adaptarnos a las circunstancias cambiantes. Se trata de ralentizar el tiempo necesario para ver lo que sucede, lo suficiente para que el fotograma no se queme. La concentración no es fijación, es una mente estable que permanece adecuadamente orientada.
 
3. No llegar a la identificación de lo que acontece
 
El egoísmo es la gran neurosis del llamado mundo moderno. Padecemos de una adhesión excesiva hacia las personas, hacia los objetos. Perdemos con facilidad la perspectiva y por tanto la capacidad de observar con ecuanimidad y plena objetividad. Siempre añadimos nuestros gustos y preferencias sobre lo que acontece. Se trata de ver sin tocar, esto es, de entregarse plenamente a la experiencia presente, fundirse con lo que estamos haciendo, ser la evidencia sin dejarnos arrastrar por los hábitos y programas adquiridos.
 
La atención como enfoque educativo requiere de dos grandes fundamentos, la paciencia (control de calidad ante los automatismos) y la perseverancia (mantenida a lo largo de la mirada). Se trata de entregarse completamente a la experiencia del presente, fundirse en lo que somos y estamos haciendo, ser la vivencia, no hacer como si.....
 
Recapitulando
 
La Alfabetización Emocional es la Segunda Revolución del Saber Básico. La primera fue hace casi 300 años cuando las personas eran analfabetas racionales, que no sabían leer y escribir. Ahora sucederá lo mismo con quienes olviden las emociones y las pasiones. Entonces es posible decir que el auto-conocimiento es el primer paso para alfabetizarse emocionalmente. Después, la persona aprende con las otras personas a comprenderlas, a aceptarlas como son, a confiar, valorizar y convivir adecuadamente. Sin embargo en nuestra sociedad todos queremos cambiar el mundo, pero nadie quiere cambiarse a sí mismo.
 
Podemos sanar esta manera equivocada de ver y de transitar por el mundo, ¿cómo? Tomando conciencia de nuestros actos, palabras y pensamientos, haciéndolo de manera atenta. Éste es el poder de la atención y la importancia de incorporarlo en nuestros sistemas educativos. acompañemos a los otros en su propio proceso desde un estado de centramiento, apertura, respeto y tolerancia.
 
Muchas gracias
 


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