AUTOESTIMA
La palabra
“autoestima” se ha usado, manejado y vapuleado hasta el punto de llegar
muchas veces a confundirla. Cuando preguntamos: ¿Qué es la
autoestima?, obtenemos por respuesta: “Quererse a uno mismo”… Pero el
quid de la cuestión está en saber qué quiere decir eso exactamente.
Yo
creo que tiene mucho que ver con estar en paz conmigo, dejar de
pelearme con quien soy en un momento determinado de “mi historia”.
Significa dar la bienvenida a las distintas partes de mí que aparezcan
en escena en un momento determinado, ya sean “amables” como la alegría,
la ternura, la compasión, la calma, la fuerza…como aquellas más molestas
y “no amables” como las inseguridades, rencores, miedos, celos,… que
tratamos de evitar a toda costa.
Cuando decidimos permitir la
entrada a nuestra “casa” a todos los invitados que se presenten, cuando
los escuchamos totalmente, les damos espacio y tratamos de comprender su
sentido o su necesidad, entonces dejamos de pelear, y el escenario de
nuestra vida se vuelve versátil, integrado y más libre. Eso es lo que
muchas veces llamamos “trabajar con uno mismo”. No es ni más ni menos
que aprender a mirar sin juicio todos los aspectos de uno, abrazarse
entero, sin dejar fuera lo feo o lo difícil. Cuando decides abrazarte
por entero y aceptas todas tus partes, incluyendo aquellas que muchas
veces trataste de ocultar en el camino, entonces logras una de tus
mejores conquistas: la buscada autoestima.
Así, autoestima es
amarnos tal y como somos en cada momento. Abrazarnos con todo lo que
vive en nosotros en este instante, ya sea en el corazón, en la mente o
en el cuerpo.
Eso implica olvidarse de cualquier imagen de
perfección que busquemos de nosotros mismos. Pensamos: “Me querré más
cuando consiga ser/ hacer/ deshacer/ tener…” Todas esas condiciones y
cláusulas que firmamos ya hace años en nuestro “contrato personal para
ser felices”, son los verdaderos obstáculos que nos impiden recoger los
pedazos esparcidos de nuestro ser, las trabas que nos ponemos para
abrazarnos enteros.
Y por supuesto que está bien pensar y
anticipar un futuro mejor, lleno de bienestar para uno mismo, está bien
crear una dirección con sentido en nuestras vidas. Esto es bueno y
necesario. Debemos darle claves a nuestro cerebro para que reconozca las
señales del camino a seguir. Pero no por ello descuidemos lo único real
que podemos manejar, que es este momento presente.
Solo AHORA
podemos amar el yo REAL que somos, con toda su imperfección humana. No
podemos seguir amando al “que debería haber sido y no fui”, porque no se
puede amar lo que no existe. Es solamente en este instante cuando
tenemos la oportunidad de volver a sentirnos completos, aunque nos
hallemos desintegrados, congelados o vacíos, y la única forma que
conozco para hacerlo es abrazándome entera, asumiendo lo que fui, lo que
soy, y sintiendo la dignidad que hay en ello.
La rendición a lo
que eres, lejos de ser un acto pasivo, es una actitud activa y
consciente de decir SI a lo que hay, honrar tus necesidades, tus
debilidades, así como tus bendiciones y dones. Sólo tu abrazo puede
volver a “unir los pedazos”, no hay nadie que pueda hacer eso por ti. Tú
eres tu verdadero maestro y sanador. Esa es la buena noticia, sólo tú
tienes “eso” que necesitas.
No se trata de convertir la paja en
oro, sino de abrir los brazos a todo lo que existe en ti ahora, que es
lo único que puedes amar. Cuando permitimos esto supone que hemos tomado
una decisión, que se traduce en una actitud nueva, que, a su vez,
genera una energía diferente en nosotros, una energía de aceptación que
baña cada una de nuestras células, y sin buscarlo, transformamos nuestra
biología, nuestra salud, y , sin querer, provocamos muchas veces un
cambio positivo en nuestras circunstancias, en nuestra vida.
La
cualidad esencial de lo humano es la propia imperfección porque es
precisamente en ella donde se tejen los hilos de nuestro crecimiento,
donde se encuentran nuestros aprendizajes más valiosos, nuestros
maestros más sabios… No podemos negarle la entrada a nuestro escenario, a
nuestro corazón, porque, en ese caso, aparecerá disfrazada de “lo
ajeno”, y , al atribuirla a otros, estaremos perdiendo la oportunidad de
cambiar, de volver a nuestro centro, conectados con nuestra propia
intimidad, en definitiva, estaremos perdiendo la oportunidad de
aprender.
Haz la prueba, en este mismo instante, que es el único
que tienes, abrázate ahora y permítete sentir por completo lo que sea
que haya en ti, dile SI a lo que haya en tu escenario, entregándote a su
vibración, descansando ahí, por un momento… Sin luchar, sin negar, sin
huir…
Sólo deteniéndote a escucharte y a sentirte con ternura sabrás quien eres, qué necesitas.
Cuando intentéis penetrar
Dentro de lo que realmente sois,
Con vuestra iluminación y vuestra confusión,
Con vuestros temores, deseos y distorsiones,
Hallaréis al verdadero Dios vivo.
Y entonces exclamaréis:
“Llevaba conociéndote toda la vida
Y te he puesto muchos nombres distintos
Te he llamado madre, padre, hijo.
Te he llamado amante
Te he llamado sol y flores
Te he llamado corazón mío.
Pero nunca hasta ahora
Te había llamado “yo-mismo”
El libro de Emmanuel
Texto por Natividad Menéndez González, terapéuta de autoestima
Texto por Natividad Menéndez González, terapéuta de autoestima
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