Los psiquiatras se suman a la abolición del DSM y el CIE y apoyan el modelo de rehabilitación en salud mental
Infocop 24/05/13
Un amplio grupo de psiquiatras,
liderados por el doctor S. Timimi, han enviado una petición formal al
Colegio de Psiquiatras de Reino Unido en la que solicitan la abolición de los sistemas de clasificación diagnóstica, CIE y DSM. La petición se ha acompañado de una campaña de recogida de firmas
en la plataforma Change.org, que, en el momento de redactar este
artículo, contaba con el apoyo de más de 1.000 firmantes en tan sólo dos
días tras su lanzamiento. En declaraciones a los medios, S. Timimi ha
afirmado que: “El proyecto del DSM no se puede justificar, ni en sus principios teóricos ni en la práctica. Tiene que ser abandonado para que podamos encontrar formas más humanas y eficaces de responder a la angustia mental“.
En el comunicado, titulado “No más etiquetas diagnósticas”
(No more psychiatric labels), realizan una revisión exhaustiva de los
motivos y de la evidencia científica en la que sustentan esta posición,
estableciendo las siguientes conclusiones:
- Los diagnósticos psiquiátricos no son válidos.
- El uso de los diagnósticos psiquiátricos aumenta la estigmatización.
- La utilización de diagnósticos psiquiátricos no ayuda a la decisión sobre el tratamiento a elegir.
- El pronóstico a largo plazo de los problemas de salud mental ha empeorado.
- Estos sistemas imponen las creencias occidentales sobre los trastornos mentales en otras culturas.
- Existen modelos alternativos, basados en la evidencia, para proporcionar una atención eficaz en salud mental.
El escrito, supone una declaración sin
tapujos, de lo que estos psiquiatras consideran acerca del quehacer de
su trabajo y del futuro de la salud mental. “La psiquiatría se encuentra atrapada en un callejón sin salida”,
aseguran en la introducción del texto. La recopilación de estudios
científicos sobre epidemiología, las investigaciones transculturales y
los ensayos clínicos de eficacia del tratamiento “ponen de relieve hasta
qué punto los datos son inconsistentes con el modelo médico dominante,
basado en diagnósticos, y considerado como el paradigma organizativo de
la práctica clínica”. “El uso continuado de los sistemas de
clasificación diagnóstica para la realización de la investigación, la
formación, la evaluación y el tratamiento de las personas con problemas
de salud mental es incompatible con un enfoque basado en la evidencia,
capaz de mejorar los resultados”. Por tanto, “ha llegado el momento de
facilitar que la teoría y la práctica en salud mental superen este
estancamiento, eliminando los sistemas de clasificación diagnóstica CIE y
DSM”.
En relación con la etiología de los trastornos mentales, el comunicado señala que “el fracaso de la investigación científica básica para revelar cualquier disfunción biológica específica
o cualquier marcador fisiológico o psicológico que sirva para
identificar un determinado diagnóstico psiquiátrico es sobradamente
reconocido”. “La única excepción importante a la falta de apoyo sobre la
etiología de un diagnóstico es el trastorno por estrés postraumático,
que atribuye los síntomas al resultado directo de un trauma”. Además, “existe un amplio cuerpo de evidencia que vincula los episodios psiquiátricos, considerados como más graves, como las alucinaciones auditivas y la psicosis, a situaciones de trauma y abuso,
incluyendo el abuso sexual, el físico y el racial, la pobreza, el
abandono y el estigma”. Por este motivo, “es importante tratar de
comprender las experiencias psicóticas dentro del contexto de la
historia de vida de la persona. No hacerlo puede resultar perjudicial
porque empaña y añade confusión acerca de los orígenes de las
experiencias y conductas problemáticas, teniendo la posibilidad de ser
entendidas”.
Los autores del texto se muestran
preocupados ante la falta de validez de los sistemas de clasificación
diagnóstica y manifiestan que “el hecho de que la investigación
científica básica no haya podido establecer ningún marcador biológico
específico para ningún diagnóstico psiquiátrico, pone de manifiesto que
los sistemas de clasificación actuales no comparten el mismo valor
científico para pertenecer a las ciencias biológicas que el resto de la
medicina”. Sin embargo, afirma el comunicado, “nuestra incapacidad para
encontrar correlatos biológicos no debe ser vista como una debilidad. En
lugar de empeñarnos en mantener una línea de investigación científica y
clínicamente inútil, debemos entender este fracaso como una
oportunidad para revisar el paradigma dominante en salud mental y
desarrollar otro que se adapte mejor a la evidencia“.
A este respecto, el documento recoge los estudios y meta-análisis que avalan la eficacia de determinadas intervenciones psicológicas, así como las investigaciones sobre el efecto placebo asociado a los psicofármacos,
afirmando que el modelo biologicista en enfermedad mental está
obsoleto. El desequilibrio bioquímico en el que se basa el tratamiento
farmacológico en salud mental, “no se ha podido demostrar“, según señala.
Así mismo, detallan los graves perjuicios que pueden suponer para las personas ser tratadas bajo la perspectiva biológica
(la estigmatización, la falta de búsqueda de las verdaderas causas del
problema, la confianza ciega en la medicación….), así como los riesgos y la falta de eficacia del tratamiento farmacológico,
citando las investigaciones, incluso realizadas por la Organización
Mundial de la Salud, que evidencian, al comparar transculturalmente
poblaciones de personas con trastorno mental que no habían recibido
ningún tratamiento farmacológico con personas con trastorno mental que
sí lo habían recibido, que “los pacientes con trastorno mental, fuera de
EE.UU. y Europa, presentan unas tasas de recaída significativamente más
bajas y son significativamente más propensos a alcanzar una plena
recuperación y menor grado de deterioro a largo plazo, aunque la mayoría
haya tenido un acceso limitado o nulo a medicación anti psicótica”.
“En resumen, parece que actualmente contamos con una evidencia sustancial que muestra que el
diagnóstico en salud mental, como cualquier otro enfoque basado en la
enfermedad, puede estar contribuyendo a empeorar el pronóstico de las personas diagnosticadas, más que a mejorarlo”, señala el documento. “Por lo tanto, la
única conclusión basada en la evidencia que se puede extraer es que los
sistemas psiquiátricos diagnósticos formales, como el DSM y el CIE,
deberían abolirse“.
Como alternativa, el grupo de psiquiatras que ha elaborado el documento, propone la implantación de nuevos paradigmas, basados en la evidencia,
“que pueden ser desarrollados e implementados fácilmente”, e instan a
la colaboración y el debate conjunto con otros profesionales de la
psicología, sociología, filosofía, medicina, etc. Concluyen su
comunicado, enumerando los siguientes “buenos puntos de partida”, tanto
en la búsqueda de factores causales como en la realización de la
práctica clínica:
- Etiología: las investigaciones sobre la estrecha asociación entre situaciones traumáticas, sobre todo, en la infancia y adolescencia, y trastornos mentales como la psicosis, dan cuenta de que los factores contextuales deben integrarse en la investigación.
- Práctica Clínica: Si bien los resultados sobre la eficacia del tratamiento farmacológico no ha mejorado en 40 años de investigación, existen otras alternativas, “en áreas tan diversas como los servicios de psicoterapia, los servicios comunitarios en salud mental, abuso de sustancias e intervención con parejas“, que han incorporado el peso que juega la alianza terapéutica o el apoyo social en la eficacia de la intervención, mejorando la eficacia de los resultados. Determinados movimientos basados en un enfoque de “recuperación” o “rehabilitación”, en vez de un modelo de enfermedad y de clasificación diagnóstica, así como los programas que defienden un modelo integrado de atención a la salud mental y física, “son buenos ejemplos de cómo la evidencia puede incorporarse para facilitar un cambio de la cultura institucional”.
En definitiva, el texto supone un reconocimiento formal de las aportaciones y de la eficacia de las intervenciones psicológicas,
así como del paradigma biopsicosocial y del enfoque basado en la
rehabilitación, que defiende esta rama de la ciencia. Lo insólito del
documento, es que es un hito que esta afirmación esté siendo avalada por
un grupo de psiquiatras, comprometidos con su profesión y preocupados
por mejorar la atención que se presta en salud mental.
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