Descubren
por qué a los adolescentes les cuesta concentrarse. El cerebro no
termina de desarrollarse hasta avanzada la veintena, mucho después de lo
que se creía.
Una
investigación realizada por científicos del University College London
del Reino Unido sugiere que el hecho de que los adolescentes y los
adultos jóvenes no se concentren tan bien como se espera no es culpa de
ellos, sino consecuencia del propio desarrollo del cerebro. El cerebro
de los jóvenes ha de hacer el mismo esfuerzo que un niño muy pequeño
para no distraerse y realizar tareas que requieren mucha concentración.
Esta fase concluye bien avanzada la veintena y, en algunos casos,
incluso pasados los 30. Entonces, el cerebro pierde materia gris, pero
gana en eficiencia, explican los científicos.
El
cerebro de los adolescentes se parece más al cerebro de los niños
pequeños que al de los adultos maduros, explican los científicos en un
comunicado emitido por el UCL: tiene mayor cantidad de materia gris,
pero una eficiencia más baja.
La
llamada "materia gris", que forma la corteza cerebral y que a su vez
está formada por células y conexiones que permiten la transmisión de
mensajes dentro del cerebro, va decreciendo a medida que envejecemos.
Esta pérdida, sin embargo, significa que las transmisiones neuronales se
vuelven más eficientes o que el cerebro trabaja de forma más efectiva
en la edad adulta, señalan los investigadores.
Desarrollo tardío.
Los
hallazgos obtenidos en el presente estudio sugieren que el cerebro no
estaría completamente desarrollado hasta finales de los 20, e incluso,
hasta inicios de la década de los 30 años, mucho después de lo que hasta
ahora se había creído.
En
el estudio participaron un total de 179 adolescentes y jóvenes adultos a
los que se les pidió que realizaran una tarea: repasar el alfabeto,
bien mentalmente bien con letras aparecidas en una pantalla de
ordenador. Al mismo tiempo que hacían esto, a los participantes se les
pidió que fueran clasificando cada letra según su forma, contestando a
una pregunta muy simple: ¿La letra (que estás imaginando o viendo)
presenta una curva o no? Por último, a los chicos también se les pidió
que ignoraran aquellas letras que no tenían curvas y que, por tanto,
fueron utilizadas como medio de distracción.
Con
esta ardua tarea, los científicos intentaron probar hasta qué punto los
jóvenes presentaban la capacidad de alternar entre la concentración en
sus propios pensamientos y las letras de la pantalla, así como la
habilidad de ignorar las letras de distracción que aparecían en la
pantalla (las que carecían de curva).
Se
sabe que estas dos capacidades (alternancia de concentración y
habilidad para no distraerse) se desarrollan durante la adolescencia.
Por
otra parte, los científicos Sarah-Jayne Blakemore y sus colaboradores,
utilizaron escáneres de imagen por resonancia magnética (IRM), una
técnica no invasiva que utiliza el fenómeno de la resonancia magnética
para obtener información sobre la estructura y composición del cerebro,
con el fin de analizar la actividad cerebral de 37 de los participantes
en el estudio.
Los
registros, que se hicieron al mismo tiempo que se desarrollaban las
tareas con el alfabeto, demostraron que ciertas de la llamada corteza
prefrontal de los jóvenes cambiaron en lo que se refiere a actividad y
estructura durante dichas tareas.
La
corteza prefrontal está situada en la parte anterior de los lóbulos
frontales del cerebro, y se sabe que está implicada en la planificación
de comportamientos cognitivos complejos, en la expresión de la
personalidad, en la toma de decisiones y en el cpmportamiento social
moderado.
Además,
se cree que esta región del cerebro orquesta la relación entre
pensamientos y acciones, y está implicada en la capacidad de hacer
varias cosas a la vez.
Las
imágenes del cerebro de los 37 adolescentes seleccionados, tomadas con
MRI, revelaron una actividad sorprendentemente alta en esta región
cerebral, lo que sugiere que sus cerebros tuvieron que trabajar mucho
para poder procesar la información que se les presentaba.
El cerebro continúa madurando
Este
mismo grado de actividad había sido detectado previamente en la corteza
prefrontal de cerebros de niños pequeños, pero los científicos no
esperaban que el cerebro tuviera que seguir haciendo tanto esfuerzo a
edades muy posteriores.
Según
los investigadores, estos resultados indican que los cerebros de los
adolescentes trabajan de manera menos eficiente que los de los adultos.
Esto se debería a que la parte del cerebro necesaria para resolver
ciertos problemas o tareas se encuentra aún en desarrollo a estas
edades.
En
otras palabras, la enorme actividad en el área de la corteza prefrontal
supone que los cerebros de los jóvenes hacen una gran cantidad de
trabajo innecesario, siguiendo "patrones de pensamiento caóticos",
afirma Blakemore.
A
los adolescentes no les resulta siempre fácil prestar atención en clase
y evitar que sus mentes divaguen o ignorar las distracciones de sus
hermanos pequeños cuando están intentando resolver un problema de
matemáticas, simplemente, porque las partes del cerebro implicadas en
controlar nuestra forma de alternar la atención entre nuestros
pensamientos y nuestro entorno, así como la velocidad a la que ejercemos
dicho control, continúan madurando durante la adolescencia, concluyen
los investigadores.
Los científicos detallan el experimento y los resultados obtenidos en la revista especializada "The Journal of Neuroscience".
Yaiza Martínez / Jueves, 3 de Junio de 2010
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