Dentro
de las dinámicas integrativas mente – cuerpo, la danza consciente es
una exploración profundamente sanadora. Esta presentación del trabajo de
Grabielle Roth que aquí publicamos, esperamos que sea de vuestro
interés.
En
muchas sociedades chamánicas, si acudías a un chamán o persona
curandera aquejado de desaliento, desánimo o depresión, te hacía una de
estas cuatro preguntas: ¿Cuándo dejaste de bailar? ¿Cuándo dejaste de
cantar? ¿Cuándo dejaste de embelesarte por los cuentos? ¿Cuándo dejaste
de encontrar consuelo en el dulce territorio del silencio?
Cuando
dejamos de bailar, de cantar, de sentirnos hechizados por los cuentos, o
de encontrar consuelo en el silencio, entonces es cuando hemos
experimentado la pérdida del alma. Bailar, cantar, contar cuentos y el
silencio son los cuatro bálsamos curativos universales.
Gabrielle
Roth es una bailarina experta que ha identificado los cinco ritmos
universales que son elementales cuando un ser humano explora el baile:
Antropóloga cultural
- El ritmo fluido es el profesor de la fluidez y la gracia
- El ritmo staccato es el profesor de la definición y el refinamiento
- El ritmo del caos es un anuncio de creatividad que busca forma
- El ritmo lírico es el profesor de la síntesis y la integración
- El ritmo de la quietud es el profesor del contento y la paz
Antropóloga cultural
Hace
tiempo oí hablar de Gabrielle Roth, una psicoterapeuta y bailarina de
Nueva York, quien, a través de su vida y la búsqueda de sí misma, intuyó
y definió un patrón de energía cambiante o movimiento que se
manifestaba en todas las expresiones vitales. Este ciclo de movimiento
impregna toda nuestra vida y sus fases: nacimiento, experiencia sexual,
emociones, muerte… A este mapa de movimiento, de inercia natural,
Gabrielle Roth lo llamó “La Ola” que se expresa a través de sus cinco
ritmos: Fluido, Staccato, Caos, Lírico y Quietud.
Desde
el principio me fascinó esta práctica, el poder que tiene para
impulsarte hacia tu propio interior, para conectarte con lo más profundo
de ti, viajando a través de tu cuerpo, de tus emociones… el alivio que
se siente al rendirse por completo a la danza, a la historia que cuentan
tus músculos, sin pretender nada más. La energía de la Ola es como una
espiral que te lleva desde el lugar en el que estés, hacia el espacio
mismo, el espacio que somos, donde todo tiene lugar.
Nuestra
vida tiende muchas veces a estructurarse de una forma cada vez más
previsible, basada en rutinas estrechas y aburridas por donde
discurrimos por inercia. El baile supone improvisar, permitir la
expresión del momento en toda su riqueza, con toda su energía, sea la
que sea. Abandonar el terreno del control y mostrarse ante uno mismo.
Eso nos conecta con nuestra vitalidad, con nuestra creatividad, la
sensación de estar vivos, vibrando con todo nuestro potencial. Por eso,
la práctica regular de los ritmos te trae una gran sensación de
bienestar.
Resulta
interesante descubrir en qué ritmo te desenvuelves de forma natural, a
qué ritmo te resistes. Según Gabrielle Roth, es esencial entrar en
aquellos ritmos en los que encuentras resistencias ya que representan
las dimensiones perdidas de nuestro ser.
Deja
que suene la melodía, déjala entrar en ti por completo, llénate de su
energía y permite que tu cuerpo te cuente su “historia”…
El
ritmo Fluido encarna el movimiento continuo y redondo, la danza
circular por la que somos nutridos por la Tierra, creando infinidad de
formas esféricas cambiantes al ritmo de la respiración, cada movimiento
engendrando el siguiente, en un continuo infinito.
Staccato
es el ritmo de la dirección definida, el latido del ritmo se apodera
del vientre y mueve tus brazos, piernas, torso, manos, cabeza… a través
de líneas, ángulos y aristas que expresan tus elecciones, tus límites,
como patrones que permiten tu afirmación individual.
El
Caos llega cuando el ritmo llega a su zénit. Rompe con cualquier forma
anterior, supone soltar por completo. Es como una corriente de alta
energía, la vibración que se guía tan sólo de la intuición, que es donde
nace tu creatividad, tu expresión única.
Al
haber soltado, podemos sentir la ligereza propia del ritmo Lírico. Está
conectado a la Tierra, pero se eleva por encima de ella… Surgen los
movimientos suaves, ligeros, como si fueras parte del aire. Es como si
todas tus partes se fundieran, te conectas con tu verdad porque te
sientes libre.
Y
finalmente llega la Quietud, la danza interior, el espacio entre las
formas, el silencio que habita entre las notas musicales, entre tus
células… Puede haber un movimiento sutil, o ausencia de movimiento. Has
desaparecido como danzarín, solo eres el espacio en la que tiene lugar.
Silencio.
Estar
en el cuerpo es estar presente, además no entiende de ideas o
conceptos, sus mensajes son mucho más sutiles, habla el lenguaje de la
sensación, del movimiento y de la forma, y nunca miente pues siempre
muestra lo que hay en este momento. Hay una enorme sabiduría albergada
en nuestro cuerpo físico, a él le llegan directamente los mensajes del
alma… Por eso merece la pena escuchar lo que tiene para nosotros.
A
partir de aquí sólo necesitas tu permiso para vivir tu propia danza, la
que nadie puede bailar por ti. Ser libre para volver a “recuperar tu
alma”.
Natividad Menéndez
Terapeuta de Autoestima y practicante de Danza Oriental y de los 5 Ritmos de Gabrille Roth
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