martes, 12 de noviembre de 2013

La Teoría Bicameral de Julián Jaynes

Neurociencia y Cultura. Publicado el 30/01/2001



En la mente sentí una hendidura
- como si el cerebro se me hubiera partido -
Traté de unirlo - comisura a comisura -
pero no lo he conseguido.
 
Emily Dickinson
 
Julian Jaynes fue un psicólogo norteamericano que murió en 1997 y que escribió un sólo libro en su vida titulado "El origen de la conciencia en la ruptura de la mente bicameral": un libro genial, donde propone una teoría en clave evolutiva acerca de uno de los misterios de nuestra especia: me refiero a la asimetría interhemisférica que para Jaynes supone la preexistencia de dos cerebros en vez de uno.
 
Aunque nosotros tenemos la sensación de que nuestra experiencia es unitaria, en realidad este fenómeno - para Jaynes - es bastante reciente. Se trata de un hito evolutivo, un acontecimiento que sólo apareció hacia el 2000 antes de Cristo. La idea es que en el hombre primitivo había dos mentes funcionando independientemente de manera que la conciencia tal y como la entendemos hoy - de forma unitaria - es el producto de aquella ruptura de asimetrías entre el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho, algo así proponía Rojo Sierra en su teoría del hemisfericidio que publiqué.
 
La idea de un hemisferio que emite y lee patrones y de otro hemisferio que los piensa, narra o ejecuta, se encuentra en muchos pensadores de la neurociencia y se apoya en ciertas evidencias que encuentran - por ejemplo - que las alucinaciones auditivas de los esquizofrénicos se producen en el hemisferio derecho y probablemente también los paroxismos vocales del Síndrome de Tourette. En este sentido las ideas de Jaynes dan la razón a los que piensan que la esquizofrenia sería un trastorno ligado a la aparición del lenguaje y relacionado con la asimetría interhemisférica que favoreció - en la deriva evolutiva - un mayor grosor del hemisferio izquierdo.
 
Sin embargo las áreas de Broca y de Wernicke existen tanto en el hemisferio izquierdo como en el derecho, sólo que con distinta función. Así el área de Broca izquierda está relacionada con le emisión del lenguaje y el área del mismo lado de Wernicke lo está con la comprensión del mismo. ¿Qué funciones desempeñan estas mismas estructuras en el hemisferio derecho?
 
Las áreas relacionadas con el lenguaje en el hemisferio derecho son paradójicamente mudas y se ocupan de la expresión no verbal que ha de ser puesta en palabras a través del hemisferio derecho (la corteza cerebral izquierda) que es la que narra la experiencia que procede de su costado derecho. Concretamente sabemos que en el hemisferio derecho se ubican la percepción u orientación espacial, la conducta emocional (facultad para expresar y captar emociones), facultad para controlar los aspectos no verbales de la comunicación, intuición, reconocimiento y recuerdo de caras, voces y melodías. El cerebro derecho piensa y recuerda en imágenes de un modo fundamentalmente geométrico.
 
Diversos estudios han demostrado que las personas en las que el hemisferio dominante es el derecho estudian, piensan, recuerdan y aprenden en imágenes, como si se tratara de una película sin sonido. Estas personas son muy creativas y tienen muy desarrollada la imaginación y la expresividad artística pero también las conductas apragmáticas que observamos en las enfermedades mentales donde es posible especular que el hemisferio izquierdo es incapaz de dotar de sentido las experiencias que remite el hemisferio derecho.
 
Leyendo el libro de Linden "El cerebro accidental" el autor nos lleva de viaje a través de la idea de que en realidad el cerebro humano no es una obra maestra de la ingeniería - o como suele decirse del diseño inteligente - sino una de las chapuzas más grandes de la historia evolutiva. Efectivamente el cerebro humano se formó a partir de retazos, de agregaciones y no de rediseños. Como bolas de helado superpuestas en un cucurucho pre-formado y cuyo volumen es imposible de rebasar por el tamaño de las caderas de las hembras humanas.
 
El cerebro de un lagarto, de un  ratón y de un homínido son pues muy parecidos sólo que en el ratón hay una bola más de helado (el sistema límbico, cerebro mamífero o emocional) y en los homínidos otra bola más (la corteza cerebral) que recubre el helado anterior. La evolución no puede ir hacia atrás y en este sentido no puede revisar los diseños anteriores y hacer tabla rasa con ellos sino que no tiene más remedio que aprovecharlos. Como además de esto la evolución carece de planes, lo cierto es que el proceso evolutivo es más una deriva que un proceso direccional y ahí encima estamos nosotros, los seres conscientes que disponemos de un hemisferio izquierdo tan potente en su capacidad de narrar y fabular historias que en el fondo no podemos entender puesto que: la evolución primero resuelve los problemas y luego nosotros nos preguntamos (pues somos los únicos que podemos hacernos preguntas de este tipo) cómo lo hizo.
 
El hemisferio derecho es pues desde el punto de vista del lenguaje admonitorio y el hemisferio izquierdo ejecutivo. Dicho de otro modo el señor Broca derecho sería algo así como una emisora de señales preverbales, de patrones de acción fijos (diseñados por la filogénesis y la ontogénesis), el cerebro derecho gime, gruñe, ordena, grita, susurra, alude, insulta, apela de una forma más o menos tosca puesto que lee patrones fundamentalmente ratoniles (emocionales) pulsantes y repetitivos. La función del hemisferio izquierdo sería la de encontrar sentido verbal y narrativo - máxima relevancia de contexto -  a aquellas señales que emergen del hemisferio derecho y para eso dispone de muchos recursos: la racionalización y la narrativa que muchas veces y como veremos a continuación raya en la fabulación.
 
En un célebre experimento de Michel Gazzaniga en personas que habían sufrido disecciones quirúrgicas del cuerpo calloso (un cordón fibroso que une y comunica ambos hemisferios) se les planteó a los sujetos de experimentación el siguiente ejercicio:
 
  1. Se les presentaba una imagen en su campo visual izquierdo (concretamente un paisaje nevado) y una pata de gallina en su campo visual derecho que los sujetos podían identificar por separado. Cada imagen se invierte en el cerebro de modo que la izquierda pasa a ser derecha y viceversa.
  2. Se les presentaba una serie de naipes relacionados con estas imágenes que los paciente debían elegir con sus manos, así la mano izquierda (hemisferio derecho) elegía una pala acorde con el tema de la nieve mientras que la mano derecha escogía una imagen de pollo compatible con la pata.

Esto demostraba que cada lado de la corteza podía conocer la imagen que correspondía con la asociación adecuada. Sin embargo cuando se le preguntó al paciente por qué había escogido cada una de aquellas dos imágenes la respuesta provino del hemisferio izquierdo que es el único que puede hablar y dijo lo siguiente:

"Bueno es sencillo, la pata de pollo iba con el pollo y la pala era para limpiar el gallinero".

El asunto es que el hemisferio izquierdo de este hombre trató de encontrar una narrativa que encajara la pala con el pollo puesto que no computó la escena de la nieve. El examinando construyó pues una fabulación retroactiva para construir un relato compatible con su elección.

O dicho de otra manera: el cerebro sólo aparece partido por la mitad en cuanto al lenguaje pero mantiene cierta unidad pragmática en lo motórico y en las decisiones que no precisan enroscarse en los argumentos. El lío está en cómo contamos y justificamos las decisiones que tomamos. Es como si, efectivamente y al menos desde el punto de vista del lenguaje este estuviera dividido entre una parte que propone y otra que dispone.

Hace algunos años publiqué un artículo que titulé: "El extraño caso del Dr. Broca", donde relacionaba precisamente la esquizofrenia con la hominización y la adquisición del lenguaje, también adelantaba entonces que la idea de que la esquizofrenia existió siempre era bastante discutible tal y como se desprende de las ideas de Jaynes. La esquizofrenia no sería tanto un peaje de la hominización sino el impuesto que el sapiens pagó para integrar dos cerebros en uno, una especie de refundición de dos hemisferios asimétricos que al operar conjuntamente dotaban a la experiencia de un sentido unitario pero también de la posibilidad de sufrir averías en la sincronización de un hemisferio con otro; decía allí a modo de conclusión:

"Si es cierto que la esquizofrenia es una avería del señor Broca, estamos evidentemente frente a un impuesto vinculado a la ganancia del lenguaje, pero no implica linealmente que existiera esta enfermedad tal y como la conocemos hoy desde tiempos primitivos. Siguiendo a Hare parece improbable que la esquizofrenia existiera en el hombre primitivo en un mundo vinculado a recortes cósmicos, amenazas reales y palpables y un tipo de pensamiento vinculado a lo mágico. ¿Qué sentido tendría una alucinación en este tipo de entorno? Es muy probable que el hombre primitivo recurriera a la alucinación de una forma fisiológica como una manera de acceder a un mundo interno, en este sentido es lícito suponer que la alucinación fuera una forma de mantener diálogos internos antes de que se inventara la subjetividad o que responda a pensamientos subvocalizados (Bick & Kinsbourne 1987) que se proyectan al exterior por un efecto de inhibición cortical. En este sentido la alucinación auditiva sería un equivalente a las cavilaciones que hoy mantenemos con nosotros mismos sin necesidad de alucinar (aunque sí de repetir), en la medida en que el raciocinio común es capaz de discriminar pensamiento y lenguaje, lo que nos permite ese diálogo interior. El hombre primitivo - por el contrario - inmerso en un mundo impredecible, amenazador por desconocido y donde lo cósmico y lo individual aun no habían sido fragmentados por el orden de la cultura debió de mantener activa su potencialidad alucinatoria hasta hace muy poco tiempo.

La antropología y la historia nos muestran ejemplos continuos de esta inversión del juicio. Estamos acostumbrados a pensar e interpretar a los místicos y reformadores como psicóticos o al menos como sospechosos de serlo. Existen numerosos ejemplos de interpretaciones acerca de supuestas enfermedades mentales en Sta. Teresa de Jesús, Juana de Arco, Mahoma, Jesucristo, etc, olvidando que el paradigma histórico y el clínico funden muy mal y que las alucinaciones de estos reformadores, místicos o personajes religiosos se daban en un entrono donde las alucinaciones eran un equivalente de nuestro insight actual o introspección que antes de que se inventaran las teorías intrapsíquicas de la mente pudieron representar una forma de diálogo interior trasmutado por la fabulación en conocimiento revelado como una forma de dotarlo de sentido".


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