miércoles, 4 de febrero de 2015

La felicidad se hereda

El pasado año 2014 se han llevado a cabo numerosas investigaciones dentro del campo de la psicología, que nos ayudan a entender mejor el comportamiento humano.
 
Muchos de estos estudios se han centrado en emociones positivas como la felicidad, las personas que lo son por naturaleza, y cómo aprender a serlo.
 
Os presentamos una selección de los trabajos más destacados del año pasado, recopilados por la revista especializada "Yes Magazine".
 
1. El Mindfulness reduce los prejuicios raciales: Según los investigadores Adam Lucke y Brian Gibson, de la Central Michigan University, después de escuchar una cinta de 10 minutos, los individuos estudiados no tenían tanta tendencia a ligar conceptos negativos con la imagen de sujetos habitualmente discriminados socialmente. Esto es así porque el Mindfulness o "conciencia plena" rompe la conexión entre las experiencias pasadas y la respuesta impulsiva.
 
2. La gratitud nos hace más sabios con el dinero: En un estudio publicado en Psychological Science, varios investigadores descubrieron que las personas agradecidas son capaces de tener una actitud más relajada hacia el dinero. La prueba consistía en ver hasta dónde llegaban para dejar ir 100 dólares que les entregarían en el plazo de un año a cambio de una cifra de dinero mucho menor que obtendrían de manera inmediata.

Las personas felices, prefirieron 18 dólares en ese momento antes que esperar un año. La gente con tendencia a ser agradecida, no cedió tan fácilmente a la presión y llegó a los 30 dólares.
 
Otro trabajo aparecido en Personality and Individual Differences observó que la gente que le daba más importancia a la obtención de bienes materiales tenía menores niveles de sentimientos de gratitud y de satisfacción con la vida. De hecho son las elecciones materialistas las que llevan a la infelicidad. Sin embargo, según se indica, la gratitud nos puede orientar mejor a la hora de tomar buenas decisiones y, por ende, a mayor estabilidad emocional.
 
3. La gratitud se aprende: Sobre esto hablan los psicólogos Jeffrey Froh, Giacomo Bono, y otros compañeros, en la School Psychology Review. Su proyecto enseñó a niños de 8 a 11 años a ser agradecidos. Esto se consiguió a través de un ejercicio en el que tenían que pensar en alguien que había hecho algo bueno por ellos recientemente y considerarlo ese acto como un regalo. Posteriormente, los estudiantes debaten sobre sobre el valor de esos "regalos", el esfuerzo que conllevó y las motivaciones de la persona que lo hizo. Con el tiempo se vio que los niños habían aumentado sus niveles de gratitud y de emociones positivas.
 
4. Un mayor rango emocional nos hace más felices y sanos: Un estudio llevado a cabo a la vez en cuatro países y a través de seis instituciones académicas, que incluyen a la Universidad de Yale  y la de Harvard, rebate la idea de que la supresión de emociones negativas nos hace más felices.
 
Ha sido publicado en el Journal of Experimental Psychology: General y demuestra que las personas que tienen una mayor "emodiversidad", es decir, variedad de emociones (positivas y negativas) son más estables y tienen menos tendencia a deprimirse que las personas que sólo tenían emociones positivas.
 
La emodiversidad puede tener una prevalencia de emociones positivas, negativas o mixtas, pero siempre muestran mejores resultados que los que sólo tienen un tipo de emociones. También se vio que las personas con emodiversidad requieren menos medicamentos y atención sanitaria y llevan un estilo de vida más saludable.
 
5. La felicidad se hereda: El estudio "Why people are in a generally good mood?", publicado en Personality and Social Psychology Review, y dirigido por Ed Dienes, profundiza en por qué los seres humanos tendemos a ser felices incluso en las peores circunstancias. Los expertos concluyen que la ubicuidad de la felicidad es resultado de la evolución humana.
 
La razón es que la felicidad nos hace más sanos y sociables, además de más fértiles y nos alarga la vida. Y todo esto favorece que la gente feliz transmita esos mismos genes a su descendencia.
 
De esta manera, la selección natural promueve la conservación de la felicidad en la especie humana. Aunque esto es, todavía, una mera hipótesis.
 
6. La felicidad también se cultiva: A pesar de lo anteriormente mencionado, la ejercitación de actividades psicológicas positivas, como llevar un diario de gratitud o meditación regular, ha evidenciado que la felicidad se puede trabajar. Varios estudios demuestran que no es suficiente con evitar lo que nos entristece, sino que hay que aprender destrezas positivas también. Esto es porque esas nuevas aptitudes mejoran la socialización.
 
Un trabajo publicado en Journal of Affective Disorders estudió la disminución de las ideas suicidas después de promover la capacidad de perdonar en personas provenientes de ambientes rurales y empobrecidos. Los participantes aprendieron a perdonar sus errores y eso les llevó a tener ganas de vivir. Además, vieron que se reducían el sentimientos de ser una carga para otras personas.
 
7. La inteligencia emocional se aprende: Existe una creencia popular en que habilidades como la felicidad o la empatía se tienen o no se tienen. El motivo es que se piensa que es algo con lo que se nace y no que se pueda adquirir con trabajo. Sin embargo, un estudio realizado en Estados Unidos demostró que con la estimulación adecuada, las emociones también se aprenden. Para ello es fundamental abandonar la idea de que es un rasgo innato en las personas y entender que se puede desarrollar voluntariamente con el trabajo adecuado.
 
Tanto es así, que algunos investigadores han demostrado que la empatía, la capacidad de entender los sentimientos de otra persona y ponerse en su lugar, los pueden aprender también gente con personalidades psicopáticas y narcisistas.
 
8. La compasión es un sentimiento poderoso: Un estudio sobre la reacción de un grupo de gente, aficionados a las aves, sobre el cambio climático ha dado una conclusión curiosa.
 
Las personas parecemos reaccionar mejor ante el peligro de otros seres vivos (pájaros, en este caso) que ante el de la especie humana. El origen parece estar en la ansiedad que nos produce enfrentarnos a la propia muerte.
 
Así pues, la clave sobre este tema está en enviar mensajes que busquen la compasión por otras especies y la sensación de empoderamiento (recordar el poder que tenemos como colectivo), ya que, como se ha visto en reiteradas ocasiones, los mensajes que persiguen un objetivo positivo y constructivo estimulan más que los mensajes que provocan miedo.
 
9. El bienestar conduce al altruismo: Un grupo de investigadores de la Georgestown University, ha estudiado casos de altruismo extremo en los que personas donaban un riñón a otros que no conocían de nada. Los resultados reflejan que los donantes eran con frecuencia personas con un mayor nivel de vida (salud física y mental, satisfacción laboral, hábitos de vida saludable y capacidad de cubrir necesidades básicas).
 
Esto significa que la creencia de el sentimiento de felicidad llega tras la donación, puede ser, en realidad, al revés, es la felicidad la que nos hace generosos. El estudio se publicó en Psychological Science.
 
10. El altruismo está en el cerebro: El mismo equipo de investigadores de la Universidad de Georgetown ha profundizado sobre el altruismo y los orígenes fisiológicos que los producen. Kristin M. Brethel-Haurwitz y Abigail A. Marsh han observado como las personas muy altruistas tienen una amígdala derecha algo más grande de lo habitual. Esto parece producir una reacción más potente a las manifestaciones de miedo en otras personas.
 
Por otra parte, la Universidad de Yale entrevistó a personas que habían recibido el Carnegie Hero Medal Recipients por actos heroicos. La conclusión del estudio fue que estas personas actuaron por una intuición que pasó por encima del proceso habitual y meditado de toma de decisiones.
 
Ana Sánchez
Redacción
 
Ver artículo en: En Positivo, 30 de enero de 2015.

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